El Gran Anillo de Osaka

Gran Anillo (Grand Ring)

El Gran Anillo es la estructura central de la Expo Osaka-Kansai 2025. Se trata de una pasarela circular de madera de casi 2 kilómetros de circunferencia (unos 675 m de diámetro exterior) que rodea las zonas centrales del recinto (donde se ubican los pabellones temáticos y regionales).

Con una superficie cubierta de 60.000 m² de madera, ha sido reconocido como la mayor estructura de madera del mundo.

Su diseño encarna el lema de la Expo, “Unidad en la diversidad”: conecta los pabellones de más de 150 países formando un bucle continuo que simboliza la unión de todos los participantes.

El anillo funciona como la vía principal de circulación peatonal del evento. Elevado sobre 12 m como un Skywalk, permite a los visitantes recorrer el recinto protegidos del sol y la lluvia, al mismo tiempo que ofrece amplias vistas panorámicas. Desde el punto más alto de este paseo circular se contempla la ciudad de Osaka e incluso el puente Akashi-Kaikyō a más de 30 km de distancia.

La estructura también dispone de un recorrido inferior a nivel de suelo (Ground Walk) que discurre bajo la cubierta, ofreciendo sombra y un primer plano de la carpintería japonesa a los peatones.

El proyecto del Gran Anillo fue liderado por el arquitecto Sou Fujimoto en colaboración con los estudios Tohata Architects & Engineers y Azusa Sekkei.

Sou Fujimoto

Su geometría se inspira en la estructura de madera del templo budista Kiyomizudera de Kioto: como allí, las piezas de madera se ensamblan mediante uniones nuki (trabadas sin clavos) que atraviesan unos pilares con elementos horizontales.

Esta técnica centenaria, habitual en santuarios japoneses, proporciona rigidez y resistencia sísmica al conjunto. Los materiales empleados son principalmente maderas japonesas autóctonas certificadas: cedro (sugi) y ciprés hinoki, procedentes de regiones como Fukushima y Shizuoka. A estos se añade pino rojo (Scots Pine) importado de Europa (sobre todo Finlandia), de modo que la madera local aporta cerca del 70% del total.

La cubierta del Gran Anillo se concibe como un gran techo verde. Se trata de un anillo ajardinado de unos 700 m de diámetro repleto de vegetación, concebido como una suave colina circular por donde se pasea entre flores y árboles.

Tecnología constructiva

La construcción del Gran Anillo requirió ensamblar unas 27.000 m³ de madera mediante técnicas avanzadas. Para ello se prefabricaron grandes módulos de madera con tecnología digital, que luego se montaron in situ en el complejo. La estructura es modular y ha sido dividida por consorcios de constructoras japonesas líderes (Obayashi, Shimizu, Takenaka, etc.) en varios tramos, garantizando precisión en el montaje.

Como en los templos tradicionales, no se emplean tornillos ni clavos metálicos: las vigas horizontales nuki simplemente encajan en los pilares verticales formando una especie de entarimado resistente.

Esta carpintería sin fijaciones permite además que el anillo pueda ser desmontado y reutilizado tras la Expo, siguiendo principios de diseño circular.

Fujimoto destaca que, pese a la escala inusual, combinar la tradición maderera con nuevas tecnologías fue un “emocionante desafío” que requirió innovar en métodos constructivos.

Sostenibilidad

La sostenibilidad está integrada en el Gran Anillo en varios frentes. En primer lugar, la estructura está hecha casi por completo de madera, un material renovable que almacena carbono; además, alrededor del 70% de la madera es de origen japonés (cedro y ciprés locales), lo que reduce drásticamente las emisiones de transporte y apoya a la industria forestal nacional.

El diseño promueve la economía circular: al ser modular y desmontable, se plantea su reutilización futura más allá de la Expo.

En cuanto a eficiencia energética, la cubierta arbórea y la propia geometría del anillo proporcionan sombra natural y ventilación, mejorando el confort térmico. Los paseos elevados se decoran con flores y plantas, integrando principios bioclimáticos: esta vegetación contribuye a refrescar el aire y crear un entorno más saludable en contacto con la naturaleza.

En conjunto, el Gran Anillo ejemplifica el uso de materiales locales para infraestructuras de gran escala, mostrando cómo la arquitectura puede ser sostenible e innovadora al mismo tiempo.

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